
La Directora. La llamaremos Mrs. E., mujer alta blanca de cabello siempre corto, lentes y cuando te veía por encima del marco de esos lentes era porque tenías que, o reformular tú pregunta o refrasear tú respuesta. El rítmico sonido de sus tacones al caminar era inconfundible en esos pasillos y aún estando dentro los salones podías descifrar la distancia a la que estaba.
Tenía la habilidad y creo que lo tomaba como parte de su trabajo, aprenderse tu nombre. Y si por alguna razón llevabas un lápiz en el bolsillo de la camisa, con la punta hacia arriba, te tocaba el hombro y colocaba con la punta hacia abajo. Detalles de una Directora sin igual.
Los buses colegiales los anunciaban identificados con colores, viajé en “Blue” y en “Yellow” bus, exacto y ninguno tenía el color con el que lo identificaban, gajes del CEP. Mrs. E, era parte de la red de comunicación en la salida, en las que maestros y profesores contribuían a la salida precisa de cada bus colegial.
Anécdotas muchas con ella, me corregía en “Real Time” la gramática cuando hablaba, cuando contestaba “yeah” en vez de “yes” su mirada era fulminante, a lo que había que pronunciar la palabra correcta. Era un “no nonsense woman”, la segunda dama de hierro en mi vida, el primer lugar era de Gloria, mi madre.
En nuestra época los maestros y profesores eran la extensión de tus padres, ustedes saben lo que es la extensión, un cheque en blanco para disciplinarte a sus anchas. Justo y necesario en esa época, hoy sería una demanda en la mejor de las suertes. Hoy acepto que son otras tiempos y la metodología que funcionó antes, NO funciona hoy, repito NO funcionan hoy. Entendido y aceptado.
Mrs. E tenía un carisma natural y lo lucía sin esforzarse, con estirpe europea, sin duda era un personaje que resultaba, que aunque férrea en su actuar, tenía un lado aterciopelado que hacía contrapeso a toda esa disciplina a la vista.
En segundo año, me sacaban casi a diario del salón, era un ADHD andante, y la subdirectora Mrs. SM, me dijo “Como te saquen del salón de nuevo, te suspendo”, mi cara fue la mejor versión de Harry El Sucio, “Go ahead, make my day”.
Y sí, al día siguiente me sacaron del salón. Ella fue directo donde Mrs. E a ejecutar su decreto, yo la seguí en el trayecto a la oficina superior, más no entré y nunca supe lo que se ventiló. Lo que si se dió, Mrs. E me llamo a su oficina, ya ese simple hecho era épico, entrar a esa oficina con olor a cigarrillo, era una experiencia espiritualmente especial. Un escritorio enorme con cerros de papeles muy bien desordenados. Sus palabras fueron como un bisturí y calaron hasta el hueso; ” I need you to promise ME, that you are not going to be dismissed out of the classroom tomorrow or any other day this YEAR”, palabras claves “ME” y “YEAR”, mi respeto y admiración hacia ella era inmensurables y sin vuelta atrás.
No me volvieron a sacar del salón ese año, cumplí mi promesa, aclaro ese AÑO. Mis recuerdos de Mrs. E son más que placenteros, llenos de educación de la buena, de la que sirvió de complemento con la recibida en el hogar, de esos llenos generación trabajadora con ganas de cambio a punta de tesón.
Te recuerdo y te quiero donde estés Mrs. E.
